María quiere seguridad. Como tú. Como todos.
Delante de la pantalla del cajero automático se siente de todo menos segura.
No sabe si va a venir alguien por detrás a pincharla con una navaja.
No sabe si metiendo la tarjeta en esa ranura alguien le estará copiando los datos.
No sabe si alguien está espiándola cuando mete el pin de la tarjeta.
No sabe qué tiene que hacer exactamente para pagar el IVI.
No sabe si el mes que viene esa sucursal seguirá abierta o tendrá que buscarse otra.
No sabe. Y no saber da inseguridad. Crea incertidumbre.
Si a eso le sumas un trato tan digno como el que le dan a una vaca en un matadero, pues tienes la fórmula perfecta para que el sector bancario siempre ostente el podium, junto con el de las telecomunicaciones y el de los seguros, de las empresas que peor tratan a sus usuarios.
Entonces conviene fijarse en lo que hacen. Y hacer lo contrario. Al menos si quieres vender y fidelizar:
* Les haces ver que estás ahí. Hoy y mañana. Y que no vas a desaparecer.
* Les haces ver que es fácil contactar contigo. Y comprarte. Y usar lo que vendes. Porque lo difícil, usar un cajero para pagar los impuestos municipales, echa para atrás.
* Les haces ver que eres confiable. No porque lo digas tú (pocas cosas dan menos confianza que alguien que dice «confía en mí»), sino porque lo transmites. Y tu lector lo percibe. Lo capta. Lo siente.
Así transmites seguridad. Así comunicas al otro que no se equivoca al comprar.
Así los desconocidos te acaban conociendo. Y acaban confiando. Y luego comprando.
Es algo que enseño a hacer en una formación. Los detalles están aquí:
Si buscas fortalecer tu marca a base de transmitir seguridad y acortar (enormemente) el tiempo que le lleva a alguien a confiar en ti y comprarte, tal vez te interese.
Es algo que ninguna entidad bancaria se molestará en hacer. Seguramente.
Javi Vicente.
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