Día uno:
«Mmhh… ya está sacando nueva formación. Voy a ver de qué va.»
Día dos:
«Eso de que con su sistema se hacen la mitad de horas habría que verlo. Igual él sí que vive como un señor (habría que verlo también), pero en mi caso no creo que funcione.»
Día tres:
«Qué pesado con lo de escribir todos los días. Mis clientes seguro que no me aguantarían. Ni yo. Pero aquí estoy, leyendo otro correo más. ¿Y si funciona lo de escribir con frecuencia?»
Día cuatro:
«¿Te imaginas que funciona? Tiene sentido lo que dice de vender todos los días. ¿Cómo lo hace para tenerme enganchado? Uff. Eso tiene que ser muy difícil. Él se dedica a eso. Es lo único que hace. Ya podrá. Yo tengo otras cosas que hacer. Mira, ¡un DM en Instagram!»
Día cinco:
«Qué cabronazo. Le he escrito para preguntarle si el sistema que plantea puede funcionar en mi negocio. Me ha dicho que él lo ve. Pero que quien tiene que verlo soy yo. Quizá tiene razón.»
Día seis:
«Le vuelvo a escribir para preguntarle cuánto tiempo me puede llevar montarlo todo. Me dice que si ya tengo una lista, que vaya directamente a leer los módulos 6 y 7. Y que mande un correo usando el listado del módulo 8. El resto de piezas (la página para captar emails, cómo refinar la oferta y el público, comenzar a hacer crecer mi lista) las puedo abordar poco a poco y tenerlas en unas semanas. Y que si tengo cualquier duda sobre cómo hacer algo, que le escriba, que el curso incluye soporte.»
Día siete:
«Es que 400 € es para pensárselo. Seguro que lo valen. Pero es pasta. Igual me pillo primero Abrir, Leer, Comprar , que vale 120€. No, que luego acabaré comprándome los dos… O igual también merece la pena… No sé. Le doy una vuelta. O mira. Mejor lo compro. Y luego ya veré si me hace falta lo del sistema. ¡Qué cabrón! lo tiene bien montado el tío.»
. . .
Día n:
«Javi, te escribo para decirte que al final me has convencido y he entrado en tu formación. Si ha funcionado conmigo, ¿por qué no va a funcionar con mis clientes? Como tú dices, todos somos humanos. He visto la intro y ya me has dado 3 ideas para los correos que mando los jueves. Espero tener mi sistema de ventas montado en poco tiempo. Que sepas que te freiré a preguntas. Soy de los que aprovecha el soporte. Un abrazo y gracias.»
Esto que has leído ocurre mucho.
Especialmente cuando escribes con frecuencia. Que igual también pasa escribiendo una vez al mes sobre el problema de tu cliente. Pero pasa más cuando cada día, sin falta, le recuerdas que tú sabes cómo resolverlo.
Para los que entienden el (inmenso) poder de la repetición y lo que un correo diario (o varios a la semana) puede llegar a cambiar no solo los ingresos de un negocio sino también la relación con los clientes (lo que llaman marca personal), este es mi sistema:
Lo montas. Una vez.
Lo usas. Cuantas veces quieras.
Lo gozas. El resto de tus días.
Lo usas. Cuantas veces quieras.
Lo gozas. El resto de tus días.
Que pases un gran día,
Javi «diario de» Vicente
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¿Qué te deparará el destino?