El otro día leía sobre la diferencia entre ser disciplinado y ser consistente.
Es un matiz que merece la pena aclarar porque se confunde y lleva a que muchos tiren la toalla:
La disciplina, como el esfuerzo, está sobrevalorada. No digo que sea mala o que no funcione. De hecho, es el camino más directo si aspiras a ser el top indiscutible en algo.
Nadal es disciplinado. No le queda otra. Ni a un solista de violín de una filarmónica o a una bailarina que represente el papel principal en El Cisne Negro.
Lo que digo es que cuando lo que buscas es ser razonablemente bueno en algo, la disciplina es un camino plagado de frustración, abandono y fracaso prematuro.
Para ser más competente en algo no necesitas esforzarte al máximo y vivir todos tus días bajo un régimen marcial.
Basta con ser consistente. Hacer algo sencillo cada día que te permita mejorar en ese aspecto.
Aunque no lo hagas de maravilla. Aunque un día te lo saltes. Aunque tu ejecución sea mediocre.
Cuando haces eso, propicias que tu éxito sea el resultado de una acumulación de días mediocres.
No hay que subestimar el (inmenso) poder de la mediocridad acumulada. Todos lo hemos experimentado en nuestras vidas. Así aprendimos a caminar, a hablar, a conducir, a besar.
Entonces:
Tengo un método para mejorar (drásticamente) tu forma de vender. Y las ventas que consigues. Y la marca personal que te labras (ventas y marca van de la mano).
Consiste en hacer algo sencillo. A menudo. No tienes que hacerlo todos los días. Ni tienes que hacerlo de maravilla. No es necesario. Aún estoy por conocer un negocio que no haya aumentado su rentabilidad (más ventas en menos tiempo) siendo mínimamente consistente con este sistema.
Para los que quieren apalancarse en el (inmenso) poder de la mediocridad acumulada y vender más haciendo menos, este es mi sistema:
Consistentemente,
Javi Vicente.
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