Ayer fui a la librería de una buena amiga. Estaba repleta de chiquillos y padres que hacían cola para comprar cuentos y libros infantiles. Cola. En una librería de barrio.
Entonces miré las estanterías y comprobé el cambio:
Ha sido paulatino. No ha ocurrido de la noche a la mañana. Le ha llevado años. Pero la librería de mi amiga es hoy un lugar especializado en literatura infantil y juvenil. Ha dejado de ser una librería más en la ciudad que vende todo tipo de libros.
Quizá te parezca que así se ha cerrado muchas puertas, clientas y ventas, pero…
Ahora es el lugar donde acudir un sábado por la mañana con los críos porque hay talleres, cuentacuentos, eventos vestidos a lo Harry Potter… lo que toque esa semana.
Y claro, cuando acaba la función, los niños quieren un libro. O dos. Y si van con el hermanito, el otro también quiere.
Y es difícil, muy difícil, que unos padres que han podido entretener durante un par de horas a sus hijos en un entorno de cultura les nieguen comprar un libro más por muchos que ya tengan.
Juguetes no.
Cromos y videojuegos, tampoco, que ya tienes muchos.
Libros, sí. Libros está bien.
Tal vez veas lo que ha hecho mi amiga con su negocio y quieras hacer algo parecido en el tuyo.
Puede que con lo que has leído se te ocurra cómo hacerlo.
O puede que te venga bien que alguien te guíe y te ahorre estar meses o años probando cosas hasta dar con una fórmula para vender y fidelizar que se adapte a ti y no al revés.
Si optas por lo segundo, por aquí los detalles:
Es para hacer marca al tiempo que vendes.
Y para hacer ventas al tiempo que haces marca, que es casi más importante.
Funciona rabiosamente bien.
Es mejor comprobarlo que contarlo. O no.
Especializadamente,
Javi Vicente.
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