Ya hemos arrancado el 2021.
Y la cosa sigue igual.
Esto ya me lo advirtió mi cuñada, la que está en Australia.
Le felicité ayer a las 13h de aquí y entonces me dijo que, aunque ellos ya estaban en el 2021, allí seguía el estado alarma, el virus, la crisis económica y todo lo demás.
Entonces, no la creí. Con lágrimas en los ojos, la llamé embustera. Y le dije que se equivocaba. Que el 2021 iba a arreglar todos nuestros problemas.
Así que, cuando sonaron las 12 campanadas en España, yo golpeé tres veces los tacones de mis zapatos con lazos rojos, como Dorothy cuando quería volver a Kansas y dejar el mundo de Oz…
(pude hacerlo sin atragantarme con las uvas porque me las había comido a las 23h con mi familia. Teníamos toque de queda a las 00h y las campanadas de verdad me pillaron en mitad de la calle, llegando a casa)
… Y no funcionó. Vamos, que el nuevo año lo único que tiene de nuevo es el último dígito.
¿Entonces qué?
Pues mira, repasando mi lista casi interminable de ideas para emails, he encontrado esta cita. De un tal Reinhold Niebuhr. Un teólogo y politólogo estadounidense del siglo XX. Y dice así:
«Dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para conocer la diferencia»
Pues eso. Hay muchas cosas que no van a cambiar, al menos de la noche a la mañana. Y aceptarlo es más práctico que lamentarse por las esquinas.
Ahora. Hay cosas que sí puedes cambiar.
¿Cuáles son? Pues la que están en tu control.
¡Toma sabiduría, Reinhold Niebuhr!
No hay más. Si lo controlas, lo puedes cambiar.
Para los que quieren cambiar la forma en que comunican con sus clientes y crear una relación genuina y cercana con ellos que se traduzca en ventas más frecuentes y más boca a boca para tu negocio, aquí un amigo:
Si eres más de tomar acción que de tener resoluciones que abandonas a las pocas semanas, el enlace de arriba puede cambiar para (muy) bien las cosas en 2021.
Feliz Año Nuevo.
Javi «todo sigue igual… si tú quieres» Vicente
PD: Desde aquí mando un beso muy fuerte a Olga Lu, mi cuñada favorita (y que no tiene nada de embustera).
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¿Qué te deparará el destino?