Listerine inventó la halitosis.
Bueno, ya estaba ahí, claro. Pero por aquel entonces, no era un problema como tal.
Eran los felices años 20. Y, no me preguntes por qué, hasta ese momento no se prestaba mucha atención a los olores corporales.
Tal vez fueran los aspavientos del baile del charlestón los que iniciaron la maquinaria de la industria de la higiene corporal. No tengo ni idea. Pero el caso es que antes de los primeros años del siglo XX la gente no le daba importancia al olor a pies, sobaco o aliento.
Bueno. Entonces J.W. Lambert, creador del Listerine, quería convertir su potente antiséptico quirúrgico en un producto para las masas. Había intentado venderlo como una cura para las infecciones de garganta, pero con escaso éxito. Y en 1922, su hijo y dos publicistas decidieron recurrir a la palabra halitosis (que nadie conocía por ser demasiado técnica y culta) para referirse a lo que todos conocían como mal aliento.
¿Por qué? Porque hablar directamente del mal aliento era tabú. Igual que no se hablaba del olor a sudor. Se sentía, se notaba, se olía, y cuando alguien te hablaba muy cerca se te ponían las cejas rubias. Pero no se hablaba de ello.
A ver. Como nada impedía hablar de la halitosis, que era algo «nuevo», crearon una serie de anuncios míticos que hicieron reaccionar a la población y lanzarse a comprar Listerine a expuertas.
Anuncios muy cañeros para la época con titulares como «Ni siquiera tu mejor amigo te lo diría», «Siempre una dama de honor, nunca la novia» o «La halitosis te hace IMPOPULAR».
Esos anuncios funcionaron como un tiro durante años y años.
Yo esto lo digo porque ahora, 100 años después, estamos viviendo un problema parecido. La gente lleva mascarillas. Come en una terraza. Un pincho. Un cigarrito. Una cerveza. Un café. Y vuelve a ponerse la mascarilla. Y eso huele. Antes lo olían los que se ponían a tiro. Ahora te lo comes tú con patatas.
Muchos han descubierto lo que les canta el pozo de forma habitual gracias al uso de las mascarillas. Así que quién dé con una solución para esto (qué sé yo… pildoritas de Listerine), pues le puede ir muy bien. Si lo sabe vender, claro. Vamos, que si tienes una idea en esta línea y quieres que hablemos, estaré encantado de echarte un cable con el marketing.
Ahora. Puede que tu negocio no esté en este sector. Pero eso no hace esta historia menos relevante. Porque muchas veces tenemos la solución a algo que la gente ni siquiera sabe que es un problema. Y claro, eso se nota en las ventas. Porque probablemente te estás dirigiendo solamente a quienes son conscientes de ese problema. Y suelen ser menos (muchos menos) que los que tienen el problema y ni siquiera lo saben.
Si buscas a alguien que te ayude a reformular tus contenidos para enganchar por igual al que va buscando una solución, al que solo sabe que tiene un problema (pero desconoce que se puede resolver) e incluso al que tiene el problema sin siquiera saberlo, puedo ayudarte y aquí te explico cómo:
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Esto sirve si tienes una solución para combatir el mal aliento cuando estás en la calle y no tienes dónde lavarte los dientes. También si tienes una solución que resuelve un problema y buscas que te compre más gente.
Que tengas un gran día.
Javi «aliento fresco» Vicente.
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