Esto que te voy a contar seguramente te ha pasado con muchas de las formaciones y cursos que llevas hechos en tu vida:
Hace unas semanas que mi esposa va a natación.
Siempre que vuelve le pregunto qué tal y pone mala cara:
«La monitora me dice que no aprendo. Que no doblo el codo. Que saco la cabeza como un perrillo que se ahoga. Que no hago esto bien, que pongo las piernas asá, que, que..»
«¿Y se ha tirado a la piscina a enseñarte cómo se hace?»
«No. Enseña desde el borde.»
Atento:
Lo del poder de la imaginación está muy bien.
Lo de visualizarte nadando como hace un nadador de élite que repasa en su cabeza con precisión de metrónomo cada brazada, funciona.
Pero funciona cuando sabes qué tienes que imaginar.
Si antes no has visto siquiera cómo se hace… si antes no te han dicho en qué debes fijarte, imaginar no sirve de nada.
Mejor sacar a tu alumna novata del agua y decirle:
«Voy a hacer dos largos. Camina a mi lado por el borde y mira cómo lo hago. Míralo bien.»
Y luego mojarte. Lanzarte a la piscina. Para que tu alumna vea. Para que sepa lo que tiene que hacer. Para que aprenda.
Tengo una formación donde enseño a multiplicar tus ventas e influencia a base de enviar emails. O posts en redes sociales si es tu fetiche.
Está repleta de ejemplos. Reales. Probados. Que han traído decenas de ventas a los negocios que los han usado.
Es para que veas cómo se hace. Para que sepas en qué debes fijarte. Para que imites y lo adaptes a tu caso. Para que aprendas.
No es una clase desde el borde de la piscina. Para enseñar mejor mostrarlo que contarlo. Y es por aquí por donde lo muestro:
Demostradamente,
Javi Vicente.
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¿Qué te deparará el destino?