Después de meses de abusos y falsas promesas, he dado el paso.
Tras tratar de hacer las cosas por las buenas, esperando un cambio por su parte que nunca llegaba, me he armado de valor y he tomado mi decisión.
Ahora, cuando él es consciente de que voy en serio, de que he dicho «¡Basta!» y mi postura es irrevocable, me viene con zalamerías.
Me promete que no lo volverá a hacer. Que se comportará como siempre tuvo que haberlo hecho. Que no habrá más abusos, ni broncas, ni sorpresas desagradables.
No me lo creo. Llevamos demasiado tiempo juntos como para saber lo que ocurrirá. Porque ya ha pasado antes.
Si cedo, de momento irá bien. Durante una temporada, al menos. Fingiremos que no ha pasado nada y seremos felices. Pero más pronto que tarde, se relajará y volverá a hacer de las suyas. Porque en el fondo no me quiere. No me respeta. Y sin respeto solo hay abuso.
Por eso he decidido echarlo de mi vida y que no vuelva nunca más.
Sí, amigos.
Me he dado de baja de Vodafone después de meses de peleas con las facturas. Y ahora que me largo, me llaman para que no me marche. Me ofrecen el oro y el moro. De repente soy un cliente valioso porque llevo con ellos desde hace años.
Artimañas de maltratador.
Un negocio que abusa así de la confianza de sus clientes se comporta igual que un maltratador.
En lugar de mimar a sus clientes, con lo que cuesta ganarlos; en vez de cuidar de ellos y ofrecerles las mejores tarifas por ser fieles, se dedican a pisotearlos y a invertir la pasta en atraer a otros incautos con cantos de sirena.
No son los únicos sospechosos habituales. He sido maltratado por otros proveedores de fibra y móvil, por bancos, por empresas de luz y gas, por un par de aseguradoras e incluso alguna ONG. La lista es larga.
¿Qué hacer?
Yo todos los meses de Junio repaso mi lista de proveedores y qué gastos se pueden eliminar u optimizar. Este año, eliminando Vodafone de mi lista y poniendo a Virgin, voy a ahorrarme 240€ al año. Y unos cuantos disgustos, espero, que eso no tiene precio.
La otra cosa que puedes hacer es dejar de maquetar tus correos como si fueras una corporación. Dejar de tratar de emular a los grandes a los que solo le importan los nuevos clientes y pasan de los que tienen.
Y empezar a comunicar de manera más directa a través de correos auténticos, escritos como se los mandarías a un buen amigo. Sin fanfarria, sin falsas promesas, sin insultar la inteligencia de las personas que te dan de comer.
Para los que entienden la extraordinaria rentabilidad de generar (y mantener) la confianza de sus clientes, tengo esto:
http://escribirconsolvencia.com
Es para vender más. A través del mail. A diario.
Que tengas un gran día.
Javi «contra el maltrato, tolerancia cero» Vicente.
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¿Qué te deparará el destino?