Pues sí. Un estudio reciente lo confirma.
Tener sobrepeso es el factor más determinante, tras la edad, para que desarrollemos síntomas más o menos agresivos si pillamos el covid-19.
De todos los que han pasado por la UCI, el 50% tenía obesidad o sobrepeso. Con independencia de la edad.
Bien.
¿Por qué nuestra sociedad a llegado al punto en que es más fácil morir de gordo que de hambre?
Piénsalo. Somos el único animal que desarrolla sobrepeso. Y los gatos castrados, que nos han domesticado para que hagan de nosotros lo que les dé la gana. Por eso controlan YouTube.
Ahora. La gordura. ¿Por qué se produce? Gratificación instantánea.
Un oso ve una colmena. No sabe si mañana se le presentará la ocasión. No se lo piensa dos veces. Se lanza a por ella.
Todos los animales tenemos un mecanismo de gratificación instantánea en nuestro cerebro. Es muy útil para sobrevivir.
Eso sí, se puede convertir en un problema cuando tu modo de vida ha cambiado radicalmente desde las cavernas pero tu cerebro sigue siendo básicamente igual que entonces. Vamos, que hace 70.000 años encontrarte fresas era una oportunidad que no debías dejar escapar. Hoy, el riesgo de pasar hambre más grande que tienes es que el reponedor de la máquina de vending no llegue a tiempo y te quedes sin tu kitkat.
Ojo. Que la gratificación instantánea también puede ser un gran aliado para tu negocio.
Por ejemplo, dando acceso inmediato a tu producto o servicio.
Esto lo hago con mi formación Escribir con Solvencia, de email marketing. Mientras estás suscrito a ella, cada mes recibes una formación en formato boletín con ángulos de ventas y las bases psicológicas que puedes aplicar para vender mejor por mail. Pero hasta que te llega tu primer número, el primero de mes, no me puedo dar el lujo dejarte «colgado». Eso mata ventas. Por eso activo la gratificación instantánea. Y lo hago haciendo que recibas de inmediato el libro Abrir, Leer, Comprar, donde explico los fundamentos de mi método de ventas e incluso te doy un plan de comunicación de 30 días para que lo pongas en práctica.
Lo recibes al instante. Sin esperar. Un clic y lo descargas. Y tu cerebro te pone hasta las cejas de dopamina porque has recibido tu dosis de gratificación instantánea. Si necesitas un chute ahora, es aquí:
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Y si necesitas más dosis de dopamina, pon en práctica hoy mismo lo que cuento en la página 31. Son tres palabras. En negrita. Y verás que pocas cosas dan más gustito que comprobar con ventas constantes y sonantes que una estrategia de marketing tan sencilla funciona tan bien.
Que tengas un gran día.
Javi «a mí me gusta la dopamina, dame más dopamina…» Vicente.
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¿Qué te deparará el destino?