Conozco una persona que es un portento delante de la cámara. Es alumno.
No se dedica al espectáculo, es sanitario.
Y ha encontrado en el vídeo su forma de comunicar lo que sabe. De hecho, lo hace a través de un canal de YouTube que seguro que has consultado alguna vez en tu vida y que ahora mismo tiene 4 millones y medio de suscriptores. Poca broma.
Esta persona decidió entrar en la formación sobre mi sistema de ventas. Quería sacarle rendimiento a ese canal más allá del dinero que obtiene por reproducciones mensuales de YouTube, que no es poco.
Y al hacerlo tuvo claras tres cosas.
Ni una, ni dos. Tres.
La primera es que no me había guardado nada. Que si te explicaba cómo encontrar a tus clientes ideales, cómo captarlos en tu web, cómo comunicarte con ellos para que, resolviendo un problema igual de bien que tu competencia, prefieran comprarte a ti, lo hacía contando todo lo que sé que funciona. Porque guardarse cosas es de pobres de mente. Y en el mundo hay suficiente abundancia como para guardarte lo que sabes a quien esté dispuesto a pagar, escuchar y aplicar.
Eso por un lado.
Por el otro, se dio cuenta de que si quería que su canal de YouTube se convirtiera en un flujo de clientes de pago, tenía que hacer las cosas de otra manera. Eso también lo vio claro haciendo este curso. Y ahora está creando una nueva línea de negocio en torno al sistema de venta que ha aprendido.
Y tres. Tiene claro como el agua que no quiere escribir correos. Que prefiere grabarse en vídeo porque, después de una década haciéndolo, le sale más fácil que sentarse a escribir un correo.
Me parece fenomenal y no pretendo que lo haga de otra forma.
Mira. Cuando te digo que mandar un email es la forma de vender más sencilla, no significa que debas hacerlo en detrimento de otras formas.
Si tienes facilidad para reunirte con un posible cliente y convencerlo tomando un café, hazlo.
Si tienes facilidad para convencer a alguien de que te compre con una sencilla llamada de teléfono, por el amor del Cielo, hazlo.
Si tienes facilidad para hablar ante el micro o la cámara, hazlo.
Al fin y al cabo, este sistema se llama Conocer, Confiar, Comprar.
Y cuando te tienen delante y te escuchan, sea en persona, en teléfono, vídeo o audio, transmites mucha más confianza que por escrito.
Así que, si tienes facilidad para montarte un podcast, un canal de YouTube o un tinglado de venta telefónica que te permita vender todos los días, hazlo.
Eso sí, si no tienes los medios, el tiempo o las ganas, mejor envía un correo. Y luego otro. Y otro. Y uno más.
Hazlo si te va bien. Hazlo si te va genial. Y, por lo que más quieras, hazlo si la única forma de permitirte internet es conectarte a la wifi de la cafetería de la esquina. Especialmente en ese caso.
Porque una de las claves para que te compren es repetir. Repite. Hasta que te conozcan. Hasta que confíen. Hasta que resultes familiar. Hasta que compren. Repite.
Para los que se están pensando si entrar en la formación que seguiré vendiendo el resto de mis días si alguna vez decido dejar de hacer nuevas formaciones y de dar servicios, repito cuál es el enlace:
Lo que enseño no caduca. Sirve para texto. Para voz. Para vídeo.
Porque lo de repetir las cosas hasta que lo vean y compren, lleva haciéndose desde que los humanos somos humanos.
No me cansaré de repetirlo:
Vende bien y te irá bien. Por vídeo, audio o texto. Pero hazlo.
Que pases un gran día,
Javi «soy de texto» Vicente
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¿Qué te deparará el destino?